La respuesta de miedo es una reacción poderosa y fisiológica que puede ser detonada por algo más que solo una amenaza física inminente. En este extracto de su libro The Mindfulness Solution, Ronald D. Siegel, Psicólogo, explora la respuesta humana al miedo y nos muestra como mindfulness puede ayudarnos a manejarlo.
Traducido por Roberto González Lazo, directamente de Mindful (taking time for what matters)
La vida es amenazadora. Cada día nuevas amenazas se originan o amenazas viejas regresan. Incontables cosas podrían salir mal, y muchas de ellas salen mal. Encima de esto nuestras mentes regularmente se anticipan a incluso más desgracias de las que realmente nos acontecen.
No es sorprendente que nos atemoricemos. Escuchamos todos los días cosas terribles - accidentes, asaltos, enfermedades, ataques, amputaciones, secuestros, abandono, SIDA - y estas son solo pocas cosas. Algunas desgracias son causadas por otras personas, algunas por nuestros propios errores, y muchas solo por el hecho que todo cambia - envejecemos, nuestros hijos crecen, las condiciones económicas cambian, se originan tormentas, el metal se oxida, todo lo que nace muere.
El miedo es la vieja respuesta cableada de nuestra mente y cuerpo a cada amenaza percibida, no importa que tan sutil. Por lo tanto estamos asustados muy frecuentemente, aunque a menudo no pensamos de esta manera. Muchos días solo nos sentimos "estresados". Cuando la amenaza es incluso menos obvia, quizás nos sintamos incómodos, aburridos o ansiosos ("no hay nada bueno en la TV"). Quizás nos encontramos procrastinando para evitar ciertas tareas o encuentros ("pagaré estas cuentas mañana"). O nos encontramos dirigidos compulsivamente a terminar proyectos, alcanzar metas, llegar a fechas límites ("no me puedo relajar hasta que termine esto").
El miedo también puede mostrarse como un síntoma físico relacionado con el estrés tal como un dolor de cabeza, estrés digestivo, dolor de espalda, insomnio. Nos puede impulsar a beber demasiado, comer demasiado, o desperdiciar horas en internet. Y el miedo puede llevarnos a arrepentimientos acerca de las cosas que evitamos debido a él - la llamada telefónica que no contestamos, la oportunidad que dejamos pasar, el encuentro importante que posponemos. Esta evitación entonces nos conduce a más miedo, mientras nos preocupamos acerca del problema que encararemos (desde nosotros mismos o alguien más) por acobardarnos.
Mientras que algunas veces no reconocemos inmediatamente nuestro miedo, otras veces no tenemos duda de que estamos asustados. Nos sentimos ansiosos, tensos, o no podemos dejar de preocuparnos. Quizás incluso desarrollemos manos sudorosas, hombros tensos, corazón palpitante, o sentimientos de pánico. Estas sensaciones pueden hacerse tan intensas que queremos deshacernos de ellas desesperadamente.
El miedo también está cambiando constantemente. Nuestro nivel de estrés puede ser bajo en un momento pero alto en otro. Podemos sentirnos ansiosos regularmente o esporádicamente. Cualesquiera sean nuestros patrones particulares, la mayoría de nosotros encontramos que el miedo, la preocupación o la ansiedad se atraviesan en el camino de disfrutar la vida al menos ocasionalmente. Después de todo, casi todo es más divertido cuando estamos relajados. (Esto quizás tenga algo que ver con la prevalencia a nivel mundial del consumo de alcohol).
Cuando el miedo es fuerte. Puede ponerse en el camino de funcionar en la escuela, en el trabajo, con la familia, o en situaciones sociales. Ya sea que salgamos mal en el examen de matemáticas porque no pudimos concentrarnos, titubeamos en la gran presentación debido a los nervios, le gritamos a nuestros hijos porque estamos preocupados por su comportamiento, o dudemos en pedirle a alguien salir a una cita, el miedo puede interferir con todo lo que hacemos.
Ya sea que pienses o no en ti mismo como alguien ansioso o temeroso, la práctica de mindfulness puede ayudarte a lidiar con tus reacciones a las amenazas inevitables de la vida - grandes y pequeñas.
Si eres como la mayoría de las personas, podrías estar sorprendido de ver que tan a menudo el miedo y la ansiedad afectan tu vida. Algunas personas piensan en estas como experiencias distintas. Usan la palabra miedo para describir nuestra reacción al peligro físico inmediato (el coche patinando sin control o nuestro hijo corriendo hacia la calle) mientras que la ansiedad involucra preocupación (sintiéndonos nerviosos antes de una plática importante o un examen). La distinción no es crítica, sin embargo. La práctica de Mindfulness nos ayuda a ver que nuestras mentes y cuerpos responden similarmente en todas estas situaciones y al menos algo de miedo y ansiedad aparece bastante regularmente. Nos puede ayudar a trabajar con pequeños momentos de miedo y ansiedad que suceden en nuestras mentes todo el tiempo y las cosas grandes que pueden ser abrumadoras.
No importa que tan sutil o perturbador sea, todo el miedo y la ansiedad se derivan de los mismos mecanismos evolucionarios adaptativos. Entender estas respuestas y como ellas se vuelven un problema puede revelar como y donde la práctica de mindfulness puede ayudar.
Qué es exactamente la ansiedad?
Los investigadores apuntan a lo que llamamos "ansiedad" es realmente tres procesos relacionados entre sí: fisiológicos, cognitivos y de comportamiento.
Nosotros experimentamos el aspecto fisiológico de la ansiedad como sensaciones en nuestro cuerpo. Estas pueden incluir un corazón acelerado, respiración poco profunda, aturdimiento, manos sudorosas, inquietud, fatiga, temblores, tensión muscular, o un "nudo en la garganta", así como dolores de cabeza, de estómago, de espalda, y una variedad de otros problemas médicos relacionados con el estrés.
Estos efectos pueden ser sutiles - quizás solo sientas un poco avergonzado por aclarar tu garganta repetidamente cuando tienes que hablar con un cliente difícil, o te encuentres inquieto en la sala de espera antes de la cita con tu médico.
El aspecto cognitivo de la ansiedad se muestra como pensamientos de preocupación acerca del futuro - imaginando desastres de todo tipo y pensando acerca de la forma de evitarlos. Quizás en el teléfono con ese cliente una pequeña grabación en la parte trasera de tu mente te dice que el piensa que eres estúpido, o decides en la sala de espera que tu dolor de cabeza es realmente un tumor cerebral.
El tercer aspecto de la ansiedad involucra el comportamiento evitativo. Sin sorpresas, las personas intentan evitar situaciones que evoquen reacciones fisiológicas no placenteras y pensamientos dolorosos. Así que cuando estamos ansiosos, terminamos limitando nuestras vidas, evitando actividades y situaciones que esperamos nos harán más ansiosos. Desafortunadamente, esto generalmente hace peor las cosas. No solo nos metemos en problemas al escondernos del cliente o posponiendo la consulta médica, sino que evitar lo que tememos tiende a reforzar la idea de que realmente es peligroso.
Extracto de: The mindfulness solution: everyday practices for everyday problems (la solución mindfulness, practicas diarias para problemas diarios). The Guilford Press 2010
Ronald D. Siegel, Psicólogo, es un profesor clínico asistente de Psicología en la Escuela de Medicina de Harvard, donde ha enseñado por más de 25 años. El es un estudiante desde hace mucho tiempo de meditación mindfulness y sirve en la Mesa de Directivos y en la facultad del Instituto de Meditación y Psicoterapia.